Hay una Ibiza diferente que no todos conocen. Una isla más pausada, auténtica y cercana, que solo se revela a quienes se atreven a explorarla fuera de temporada.
En invierno, la isla se limpia de los excesos y muestra su esencia: el mar sigue brillando, el aire es fresco y limpio, y algunos chiringuitos —los más valientes, los más mágicos— permanecen abiertos, son para los locales destinos de calidez y buena energía.
Hoy te invito a descubrir esos rincones únicos donde el espíritu ibicenco sigue vivo en pleno invierno. La isla nos muestra su versatilidad en todas las etapas del año.
Hay lugares donde locales y visitantes se reúnen sin prisas, con un vermut en la mano y los pies casi en la arena. Porque sí, Ibiza también se disfruta en modo slow, y estos chiringuitos lo saben bien.
¿Quieres saber cuáles son y qué los hace especiales? Entonces, sigue leyendo!
1) Sa Caleta

Entre los acantilados rojizos de Es Bol Nou, Sa Caleta es uno de esos chiringuitos que mantiene su esencia todo el año.
Con su terraza de madera orientada al sol, es fácil dejarse llevar por el ambiente relajado, el olor a mar y una buena jarra de sangría sobre la mesa.
La cocina es sencilla pero bien hecha, con platos mediterráneos donde destacan los arroces, el pescado fresco y algún que otro clásico ibicenco.
En invierno, el ritmo baja, pero el encanto sigue intacto.
A veces hay música en vivo que acompaña sin molestar, y el mar, justo al frente, está lo suficientemente cerca como para que los niños se acerquen a mojarse los pies mientras los adultos disfrutan sin prisa.
No es un lugar lujoso ni moderno, pero tiene algo especial que lo hace muy fácil de disfrutar, sobre todo cuando la isla respira tranquila.
Pou d’es Lléo
Pou d’es Lléo es uno de esos sitios que aún conserva el aire auténtico de la Ibiza más sencilla y natural.
Rodeado de antiguas casetas de pescadores y con vistas a una cala tranquila, este chiringuito hecho con maderas al estilo de los de antes aguanta abierto buena parte del año.
Es perfecto para una parada sin pretensiones: cerveza bien fría, sardinas a la brasa y una atmósfera sin filtro.
Cuando finalmente cierra por temporada, la vida se traslada a solo un par de minutos andando, en el Hostal Pou d’es Lléo, donde los domingos se llena de locales que vienen a comer en familia.
The Boat House
En Cala San Vicente, The Boat House es un chiringuito con mucha personalidad y un toque diferente.
Su decoración náutica y su ambiente acogedor hacen que se sienta casi como estar en el salón de una casa junto al mar, pero con vistas directas a la playa.
Es un lugar ideal para pasar una tarde tranquila entre amigos, sin prisas y con buena comida sobre la mesa.
La carta es variada: desde curries bien especiados hasta carnes a la parrilla y marisco fresco, todo servido en raciones generosas y con una atención cercana.
Aunque el estilo es más ecléctico que el de otros chiringuitos de la isla, mantiene ese aire relajado que invita a quedarse un rato más.
En invierno, se agradece ese punto de calidez que combina bien con la calma de la temporada baja.
Muchos dicen que ahí se sirve una de las mejores paellas de toda la isla, y lo cierto es que cuesta discutirlo.
Si buscas un plan sin artificios, con buen producto y ambiente local, este rincón no falla.
Cala Martina
Clásico entre clásicos, Cala Martina es uno de esos chiringuitos que los residentes recomiendan con los ojos cerrados.
Situado directamente sobre la arena, con mesas casi tocando el mar, es un sitio sencillo pero con mucho alma, donde la comida y el trato familiar marcan la diferencia.
Su especialidad son las paellas —que muchos consideran de las mejores de la zona— y los calamares, siempre frescos y bien fritos.
El ambiente es relajado, sin pretensiones, y se nota que muchos de los que vienen lo hacen desde hace años.
En invierno, cuando todo va más lento, Cala Martina sigue siendo uno de esos rincones donde se respira la Ibiza de verdad.
La Escollera

Situado en plena playa de Es Cavallet, La Escollera es una opción más elegante dentro del panorama de chiringuitos ibicencos.
Lo que más me gusta de este lugar es que es posible que te reciba Daniel, su dueño, con una sonrisa de oreja a oreja, encantado de invitarte a pasar y preparando todo para que tengas una estadía memorable.
Al menos para mí, ese tipo de atención garantiza mi regreso.
Con vistas abiertas al mar y una atmósfera cuidada, atrae tanto a locales como a visitantes que repiten por la calidad de su cocina y su servicio atento.
El pescado a la sal es uno de sus platos estrella, ideal para compartir junto a una copa de vino rosado bien frío.
Aunque el ambiente es más sofisticado que en otros lugares de la isla, sigue manteniendo ese aire relajado que hace que la experiencia no se sienta forzada.
En invierno, cuando todo está más tranquilo, La Escollera ofrece un rincón soleado y con sabor a mar para disfrutar sin prisas.

Yemanjá
Clásico del sur de Ibiza, Yemanjá lleva años siendo un favorito para quienes buscan buena comida con vistas espectaculares.
Y lo digo con conocimiento de causa, ya que fue el primer lugar que pise el día que conocí Ibiza. Fue una llegada soñada, del aeropuerto directo en taxi al Yemanjá, donde me esperaba mi amiga Ingrid que trabajaba allí.
Pasé un día inolvidable en sus tumbonas disfrutando el sol y almorzando una exquisita ensalada de camarones, lo recuerdo como si fuera hoy.
Aunque está justo al lado del más famoso Blue Marlin, mantiene un estilo propio, más relajado y con un toque de vieja escuela que muchos agradecen.
Hoy su carta apuesta por sabores mediterráneos bien ejecutados: boquerones suaves y sabrosos, arroz negro con calamar lleno de sabor y una selección de platos que combinan tradición con buen producto.
Las vistas al mar, con las olas rompiendo contra las rocas del espigón, son parte del plan. Incluso en invierno, es uno de esos lugares donde el paisaje y la cocina se equilibran a la perfección.