Qué ver en Ibiza que no sea playa. Tal vez ya conoces las playas de Ibiza, o quizás no te atraen tanto y te interesa descubrir la Ibiza alternativa.
Afortunadamente hay mucho más en esta isla que arena y mar. Rincones llenos de historia, arte local, tradiciones vivas y una energía especial que se respira lejos de las zonas más turísticas.
Si buscas experiencias auténticas, sin agobios, y con ese equilibrio entre cultura, tranquilidad y descubrimiento, este artículo es para ti.
Aquí no vas a encontrar los lugares que salen en todas las guías.
Vas a encontrar lo que la mayoría se pierde: iglesias centenarias, talleres de artistas, mercados que aún conservan alma local, miradores que no necesitan filtros y pueblos donde el tiempo va a otro ritmo.
Tanto si viajas en pareja, con amigos o con la familia, aquí tienes una selección pensada para quienes quieren ver otra Ibiza. Una Ibiza que sorprende, emociona y te conecta con lo esencial.
1) Santa Gertrudis: el alma creativa del centro de la isla

Santa Gertrudis es uno de esos pueblos que conquista, sin hacer ruido. En pleno corazón de Ibiza, este pequeño enclave ha sabido combinar su esencia rural con un estilo de vida más moderno y artístico.
Aquí se respira calma, pero también inspiración: galerías, librerías independientes, tiendas de diseño local y cafés donde el tiempo parece ir sin prisa.
La plaza principal, con su iglesia blanca y terrazas siempre animadas, es el punto de encuentro.
Ideal para desayunar, almorzar o simplemente sentarte a observar el ritmo de la vida local.
Es un lugar perfecto para familias, con un ambiente seguro y relajado.
Llegar es fácil. Está a unos 15 minutos en coche desde Ibiza Ciudad y bien conectado por carretera. El parking suele ser sencillo, sobre todo si vas fuera del horario más concurrido.
Para comer, Wild Beets es una buena opción si te apetece algo saludable y bien presentado, aunque también hay bares de toda la vida que sirven bocadillos tradicionales, algunos casi legendarios con el mítico Can Costas.
2) Es Vedrà visto desde tierra firme

No hace falta subirte a un barco para disfrutar de uno de los paisajes más icónicos de Ibiza. El islote de Es Vedrà, que se eleva imponente frente a la costa suroeste, puede contemplarse perfectamente desde varios tranquilos miradores en tierra.
Y lo cierto es que, al atardecer, la vista desde lo alto es difícil de superar...
Uno de los mejores puntos para verlo es el mirador de la antigua torre des Savinar, también conocida como la “Torre del Pirata”. Desde allí, Es Vedrà aparece justo frente a ti, flotando sobre el mar.
Lo curioso es que, debido a su composición de piedra caliza y su forma, este islote no tiene fuentes de agua natural, ni habitantes humanos ni animales de gran tamaño, aunque sí es refugio de aves marinas protegidas.
Para llegar, se toma la carretera que va hacia Cala d’Hort desde Sant Josep. Poco antes de llegar a la cala, hay un desvío a la izquierda (no siempre bien señalizado) que lleva a una pequeña zona de aparcamiento.
Desde allí hay que caminar unos 15-20 minutos por un sendero de tierra hasta la torre. Lleva calzado cómodo, agua y algo de paciencia: la recompensa de una increíble vista merece la caminata.
3) Sant Rafel y su cerámica tradicional
Qué ver en Ibiza que no sea playa. Entre Ibiza Ciudad y Sant Antoni se encuentra Sant Rafel, un pueblo discreto al que muchos solo cruzan de paso. Pero detenerse aquí tiene su recompensa, sobre todo si te interesa la artesanía local.
Este es uno de los pocos lugares de la isla donde todavía se trabaja la cerámica de forma tradicional, y donde algunos talleres abren sus puertas a quienes quieren ver y no solo comprar.
Uno de los espacios más conocidos y especiales para visitar es Can Kinoto o Cerámica Mediterránea si vas de paseo a Formentera.
Desde cuencos y platos hasta lámparas y objetos decorativos, todo cuenta con un estilo rústico y detalles que reflejan el carácter de la isla.
No hay dos iguales: cada detalle único forma parte del encanto y del proceso artesanal.
Se llega fácilmente en coche desde cualquier punto de la isla, y el aparcamiento no suele ser un problema.
Si te apetece quedarte a comer en la zona, Can Pilot es una de las recomendaciones más frecuentes entre locales.
Especializado en carne a la brasa, es un sitio sin grandes pretensiones, pero con muy buena materia prima y ambiente relajado.
4) La biblioteca y el jardín secreto de Can Jeroni, en Sant Josep

Sant Josep es uno de esos pueblos donde siempre da gusto parar, aunque sea solo para tomar algo en la plaza.
Pero si tienes un rato y te apetece algo distinto, date una vuelta por el centro cultural Can Jeroni.
Es un espacio pequeño, pero muy bien cuidado, con exposiciones temporales, cine en versión original y una biblioteca pública sorprendentemente acogedora.
La primera vez que entré no esperaba mucho. Iba con poco tiempo, solo a curiosear, y terminé quedándome más de una hora hojeando libros y charlando con una de las responsables del espacio.
Detrás de la biblioteca hay un jardín discreto, casi escondido, con sombra, bancos y mesas. Ideal si vas con niños o simplemente si quieres un respiro tranquilo, lejos del calor y del ruido.
Llegar es fácil: está justo en el centro del pueblo, a pocos pasos de la iglesia. Hay aparcamiento gratuito cerca y varios cafés, donde puedes parar antes o después.
Qué ver en Ibiza que no sea playa: redescubre la isla lejos de la arena
Ibiza no es solo playa. De hecho, muchas veces, lo más especial está tierra adentro: en un café del que no recordarás el nombre, con buena música, en una conversación con un artesano local o en una caminata al atardecer que no tenías planeada.
La isla tiene una manera particular de revelarse poco a poco, sobre todo si estás dispuesto a mirar más allá del mapa turístico.
¿Y si en tu próximo viaje le dedicas un día completo a no pisar la playa?
No como reto, sino como forma de conectar con otra parte más profunda de la isla.
¿Qué pueblos no conoces todavía?
¿Qué espacios culturales, naturales o creativos se han quedado fuera de tus planes hasta ahora?
Finalmente, algo clave: deja un hueco libre para lo que surja. Ibiza tiene ese don: el de sorprender cuando menos lo esperas, si le das espacio para hacerlo.